martes, mayo 31, 2005

Quien

Quien no tiene, quien no quiere una mujer a mano. Hacer el milagro: La desaparición de una muchacha y la reaparición de una gran dama. Son cosas que el hombre hace con las manos. Tenemos muchas manos y las vamos perdiendo por la vida entre intentos, deseo, ganas y destinos esquivos. A veces la fatalidad, tan atenta, se niega y nos relega. Intenta naufragarnos. Pero el hombre tiene manos que necesita usar, y siempre hay muchachas o mujeres dispuestas a seguir dolor arriba. Para eso tiene el hombre las manos, que vuelan sonámbulas al piano o a la falda de quien amamos o vamos a amar, que es lo mismo, ¿o acaso cuando se finge querer, no se esta queriendo ya?
El blanco bajel de guerra, el mástil mirando al cielo, la proa soñadora, un lirio en la mano, como un guante.
El hombre ya no existe cuando navega. Importa hacerse a la mar, vivir no importa.

viernes, mayo 27, 2005

Sali a cenar con unos amigos

Salí a cenar con unos amigos, éramos diez, seis de nosotros mujeres. Nos vemos seguido, pero ellas, que todo nos lo descubren, tienen siempre la capacidad de mostrar un lado diferente, que creen obvio, y que a nosotros nos sorprende y desesperanza al unísono.
Todas ellas, menos una, suman más pudor soberbio, maquillaje exigido, fantasías freudianas, soledad de noches desiertas y días irrevocables, que el resto de occidente.
Tienen lo marchito de la treintañera belleza derrotada en la espera, esa compostura duramente conseguida, pretendiendo ser la última coca cola en desierto, con el color del domingo por la tarde, cuando todavía no es noche, con el aroma del lirio malva, con ese demasiado arreglo, que denuncia a las claras, que no las quieren bien, que no las han querido bien; con sólo mirarlas a los ojos, ojos que reclaman, se les nota.
Pasado ya el plato principal, entró al restaurante una mujer joven, quizá de la edad de las presentes, bien vestida, bien peinada, bien acompañada, pero con una cara de culo que espantaba. Mientras esperaban una mesa, la observé, la expresión de su rostro no era producto de un enojo temporáneo, ni de una incomodidad, era una actitud certera, cultivada.
He ahí una tendencia de sus contemporáneas, la de la histeria mal entendida. La del no para si para acabar en no, cuando la fórmula, cuasi matemática es no para si acabando en si.
Una vez que se ubicaron a una distancia prudente, hice el comentario en la mesa y una de las comensales dijo algo remanido, como toada frase hecha, con el desparpajo que sólo otorga lo natural y sabido: - No te confundas, la histeria seduce.-. Lo dijo con la arrogancia de la intemperie emocional, con la desidia altanera del desamor, con la solidez del orgullo de no querer claudicar, con la altivez de la angustia lúbrica. Ensoberbecida de soledad.
Lo inapelable de este pensamiento (¿?) Evidenció lo poco que sabemos y lo mucho que creemos del sexo opuesto. No debemos dar tantas cosas por sabidas.
Sin embargo es una verdad; claro que la histeria seduce, es más, la histeria es sacrosanta.
A los hombres, ciertamente, nos gusta, pero la histeria verdadera, constrúyanme un castillo de histeria, no un remedo confundido en el enmascaramiento del mal humor.
La felicidad es el humor, no es que la alegría haya desplazado a la felicidad, me refiero al humor, no como algo festivo, sino como disposición: el buen humor, que es perspectiva.
Pensando en por qué elegí a muchas de las mujeres que elegí en mi vida (todas, bah), el factor preponderante fue el humor, y su manifestación: la risa, que es perspectiva.
Me gusta el humor masculino en la mujer, que la hace más femenina. Es como cuando una mujer desnuda se pone una camisa de hombre: es seducción, que es perspectiva.
Digo humor y digo seducción, actitud y juego, un juego que requiere de espíritu deportivo: Fair play. Dentro de ese juego limpio, ciertas trampas han de aceptarse; el falso control de la situación, la voz suave y protectora, el abrazo envolvente, las sonrisas fraudulentas, las miradas de pasión falsaria: los fuegos de artificio.
Estos fuegos, como todos los fuegos, no pueden, no deben prolongarse ni deformarse, tienen un tiempo y una medida justas. Eso es lo que transforma en un seductor/a al que lo es, el manejo de la mesura.
No existe cosa peor que aquellas personas que tienen el gusto de inflamar el animo de los otros, para luego emprender la retirada. Como candidato soy fácil o imposible, nunca difícil, si no tengo interés, no participo del juego. Doy y exijo fair play.
El alma humana son el deseo y la seducción, eso hay que respetarlo mística, religiosamente; Hacer otra cosa es burlarse, que es como burlarse de la poesía, hasta burlarse de la mala poesía es una canallada. Entender esa parodia de histeria, como forma de seducción verdadera, es una canallada.
Esto forma parte del enorme daño hacho en los cerebros inmaduros por psicólogos mujeres que escriben en revistas femeninas semanales (un cóctel explosivo de consejos para padres, bodas reales, sexo explicado, dietas, etc.). La interpretación y el conocimiento del “universo masculino”, del gusto masculino, del temperamento masculino, y de la masculinidad toda es, si no fuera trágico, cómico. Es más, de risa.
Uno concluye, tristemente, que estas mujeres, casi deleitables, que traen el corazón desgarrado, la ilusión hecha jirones, que traen la cadencia de la decadencia, de la piel que ya no es fresca, pero que puede serlo con un toque de esperanza, con un soplo de amor, de ese amor cachondo reparador, estas, mujeres, digo, son lo único “disponible” para un hombre como yo. De ser esta la realidad circundante, ¿qué puedo encontrar en común? Ni siquiera un perro de la misma raza. ¿Cómo esperar a la pestaña escorada invitante?¿Cómo llegar hasta la primavera de su cadera? ¿Cómo, si no entienden la lengua en la que hablo?.
Mucho me temo que la mitad izquierda de mi cama permanecerá vacía. En el momento de escribir esto, serrucho en mano, me apresto a eliminarla.
Al final, luego de caminar unas calles, terminamos en una heladería de moda. A qué mayor explicación, no lo entendieron, no lo entenderían. Después de todo, el frío del helado conforta. No es lo mismo, pero conforta. Habrá que joderse.
Señoras, no quisiera importunar, ni convertirme en un evemerista, pero cuando quieran seducir miren, miren bien, hacia los hombres. Con una sonrisa.
El de sabayon, tirando a rico. El de limón también.

“La mujer no sirve para dandy, porque siempre se queda en escaparate”
Baudelaire

Salut!!

martes, mayo 24, 2005

Una Noche

Estaba disfrutando esa calma falsa que nos deja un amor que se va, las heridas eran recientes, pero estaba satisfecho con mi situación de aparente sosiego. No esperaba nada y, allí, es donde la esperanza reaparece, como un bien perdido hace mucho tiempo, fortuitamente encontrado detrás de un sillón recién acomodado.
La primera vez es la que cuenta: la primera vez que vi París, la primera vez que besé con pasión, la primera vez que tuve una hija, la primera vez que la vi.
Estaba allí parada, toda de blanco, como la coca, lo que tenía de novia ya vestida, lo que tenía de última tentación y primera; muñeca de cobre, todo ojos y sonrisa, boca triste, mirada curiosa, estar lejano.
Fuimos presentados con total indiferencia. Estaba acompañada por un hombre, yo, de una mujer. Sin buscarlo, quizá queriéndolo, quedamos aparte del grupo. No hubo silencios, nos emborrachamos de palabras. Un reproche, cómo podía estar con una mujer que no me amaba. Y una cita, la excusa no sólo era banal, era mentirosa. Ella lo sabía, yo también.
Quisimos ir al cine para distraernos, después de todo, hasta podríamos ser amigos. Resuelta, tomó la delantera y, al bajar del auto, me besó, sin saber por qué.
Después de comprar las entradas descubrimos que faltaba más de una hora para que comience la función, en realidad la representación, estaba ya montada. En la esquina había un café. Esta vez nos emborrachamos de palabras, cervezas y miradas. Era el momento más esperado por cualquiera, la vanidad me tomó por asalto: la certeza unánime de saberse deseado. Fue imposible no tomar su boca. Al salir del bar, nos fundimos sobre la reja de un negocio cerrado.
Entramos al cine con la intención de enfriarnos, vacilamos, no estaba bien lo que hacíamos, simulacro inútil. A mitad de función salimos. Nos rendimos ante la pasión. El sabor sublime de lo prohibido. Nos entregamos. Fui de ella, y su cuerpo mío. Todavía recuerdo y siento su piel experta. Pasó la noche, también la madrugada. Antes del alba nos despedimos. Lloró, ella sabía que no nos veríamos nunca más; yo, empecé a comprenderlo. Nos besamos como lo que era, la última vez, la primera vez, la que vale.
Al cabo, todo es presente, se da cita el pasado en la experiencia, y el futuro, en el anhelo, en el deseo, pero todo es el tierno, áspero, esquivo, eterno presente.
Hay que cuidarse de no hacer de nada una tradición, la menor reincidencia rompería el encanto. Instante e instinto irrepetibles. El placer único de la pasión. El dolor único del adiós. La esperanza única de un mañana.
Es muy serio un amor de una noche.

“El éxtasis de la vida, el horror de la vida"
Baudelaire

Salut!!

lunes, mayo 23, 2005

Olvido Justiciero

Plural ha sido la celeste historia de mi corazón, de nada he de jactarme, mas que del fracaso, pero una vez más puedo decir que he vivido esa magia, la magia del amor, de la esperanza de lo porvenir, mas no sé de que me sirve.
Se puede vivir una vida sin conocer a un chino y son mil millones, podemos vivir en un inmueble y no conocer más que a uno o dos de nuestros vecinos, pero no podemos desconocer la enorme fuerza del amor en cualquier vida.
La pasión más fuerte es la del amor, porque hace que dejemos todo por un momento de goce soberano.
La mujer, que es telúrica, aporta su serpiente y su manzana, nosotros los hombres, que somos celestes, el anhelo, el deseo, el salir de nosotros mismos, para ser mas.
Aquello bien podría haber sido el principio de una dinastía, afortunadamente, fue sólo el fin de una larga amistad. En nuestra larga coexistencia dos veces me inoculó el veneno que devuelve la vida, una, cuando llegó, la otra, cuando se fue.
Agradezco el magnífico favor que me hizo, por ella, hace tiempo, volví a creer en el amor, por ella, hoy, sé que es posible sin ella.
Que efímero es todo en la vida, hace seis meses era el centro de mi mundo, hoy es tan lejana que ni siquiera alcanzo a divisarla. Hacía mucho que estábamos uno al lado del otro, no juntos, la costumbre se pega y el cartero hace mucho que nos relaciona, pero los carteros nunca entienden nada. Hubo un momento, sí un momento, en que, mágica, misteriosamente empecé a ver dentro de las ventanas suyas, de improviso se abrieron y sólo salía frío de ellas, el frío de la falta de amor, del desapasionamiento, pero no conmigo o con el amor, con la vida.
Su sonrisa, que antes fue vida y esperanza ahora era un eco redoblando, una ola flexible que pierde su equilibrio y cae otra vez sobre las olas. No me ha hecho falta esta vez, cometer algún desatino, ni incorporar a un tercero en la escena. Respeté la integridad del sentimiento ya ido. La tranquilidad de no ser el más raptor.
Cuando no fui prisionero de la tiranía del deseo, la dejé, sin miedo ni esperanza.
Estábamos de vacaciones en la playa, era un verano muy especial, quizá vivido demasiado en público, y a nuestro amor le ocurrió lo que dice el poema de Quetzacoatl: “desapareció por el lugar donde el agua se junta con el cielo”.
El mar parecía una sábana arrugada, el sol caía y, allí, en ese momento, decidí desertar del amor, sin tener otra piel donde ir, teniendo por único testigo, la indiferencia del mar monótono, que está solo, quieto, lejos. ¿Qué escondida valentía me movió? ;era transformar el resto de mi vida en un campo de batalla, sin esperar capitulación. En ese estado de beligerancia los dos perdemos, los dos ganamos, no hay botín. Hubo una respiración de ternura. Su lengua, que no tiene retorno, le dio fuego a todos mis olvidos.
Fue un golpe de estado libertario, no salía de su asombro, jamás pudo imaginar, ni en sus sueños más extraños, que fuera yo quien diera por tierra lo que había construido, porque yo lo construí, ladrillo a ladrillo, gota a gota de sudor, lágrima a lágrima, a veces reprimido y otras, clandestino a su mirar, siempre llanto. La soberbia o la frialdad, más que el asombro, le impidieron mirarme siquiera, dijo alguna palabra, que mas bien sonaba a insulto, aunque debo confesar que no lo era.
Como decía Oscar Wilde, uno debe ser un poco improbable.
Vuelve veladamente, a ser la que fuiste, déjame ser el que soy.
Quizá se vaya, otra vez, con un guapo moreno de dientes muy blancos y nariz empolvada, casi un favor; intentará, con éxito, acostarse con algunos de mis amigos, vindicta provechosa para más de uno. Lamentablemente, ya no puede afectarme. Así de lejos está.
Lo terrible de las mujeres es que con su presencia, nos hacen notar el enorme vacío en que vivimos.
Renace la esperanza de compartir otra vez nuestros destinos, no importa con quién, nadie es intercambiable, excepto los candidatos que son las mismas caras nuevas, otra vez.
Cuando niñas las mujeres, que ya son princesas, sueñan con encontrar un príncipe azul; los hombres, en cambio, somos marineros, corsarios, filibusteros y siempre soñamos con sirenas, tras ese canto de sirenas ponemos sino a nuestra vida. Se trata, simplemente, de encontrar un soñador para un sueño acompañado.
Soy optimista sobre la libertad, que es una forma de ser optimista con el porvenir, yo la he amado, yo he sido feliz,¿ porque convendría sufrir?. La pérdida no es esta pérdida, son antiguas pérdidas, son viejos adioses que regresan con determinación desde el barrio del invierno, eclipses en la memoria, soles que desaparecen repetidamente, no es la primera vez, espero que tampoco sea la ultima.
Son momentos que, cuando pasan, vienen a poner orden en el discurrir de mi vida.
No tomaré malos ejemplos, y casi sin proponérmelo, continuaré existiendo.
¿ Qué se le regala a una ex esposa? Tal vez, olvido justiciero.

"La mujer es puerta que da otra vez a uno mismo, al que hay detrás de ella".
Francisco Umbral

SALUT!!

viernes, mayo 20, 2005

Catalanes

Lo dijo una vez don Miguel de Unamuno y la frase quedó ahí. Es una frase arbitraria e improvisada como tantas de Don Miguel: «A los catalanes les pierde la estética». Queda tan gratuito como decir que a los vascos les pierde la pelota vasca o que a los salmantinos les pierde el plateresco. Habiendo vivido recientemente, y como espectador, el día de La Rosa y el Libro en Barcelona, es decir, San Jorge, queda uno bañado en azules intelectuales del Mediterráneo, en el impresionismo ilustrado y vivo de las Ramblas, en el clima del catalán hablado, y comprendo que todo eso era lo que le molestaba a Unamuno, lo que él rechazaba. Había optado por la Castilla terruñera y le parecía pecado mortal esa educada orgía de europeísmo que recibe al forastero en Barcelona el día de la Rosa y cualquier otro día.
Para los de castilla quizá no existía el verano, que era cosa de San Sebastián, Alfonso XIII, el Blanco y Negro y otros cosmopolitismos de la Europa pecadora.En Castilla todo es conflicto entre el hombre y el tiempo. En Cataluña todo es armonía entre el tiempo y el hombre. En estos días nos ha rozado el ala de lo catalán y piensa uno que es la fecha de devolverle su desdichada frase casi un exabrupto al maestro salmantino. Para un castellano, aunque sea de adopción, esta manera mediterránea y cosmopolita de vivir tiene, en sí, algo de pecado mortal, porque nos han educado en la disciplina de que lo intelectual ha de ser árido y lo espiritual ha de ser místico. La tradición y la invención, el orden y la aventura, la atracción y la pasión, arte y naturaleza, espiritualidad y sensualidad han de estar escindidos por designio.
La idiosincrasia de los catalanes es pactista, el espíritu mercader del mediterráneo puente; los castellanos son intransigentes, tienen un dejo de derecho propio a la verdad, claro, de allí son los reyes, y los otros, creyéndose anti, están orgullosos de su Generalitat, una institución monárquica medieval.
Pero el paisaje catalán es un paisaje por donde se ve que ha pasado Maragall, y ya sé que Fray Luis fue mayor, y que ha paseado José Plá, y todo lo que de él quieran decir. Vivir esto como mera estética supone no haber entendido nada, no haber pulsado nunca las arpas interiores de la propia sensibilidad y seguir en la convicción ardua, tan española, de que el esnobismo es una perversión venial, cuando suele ser una manera adelantada de vivir y de anticipar sensaciones. Cataluña ha vivido y vive en el presente azul del mar mientras Castilla vive una eternidad que no es sino la resonancia hueca de lo medieval.
Por esto, por todo esto, España no puede perderle los pasos a Cataluña, aunque se los pierda a Unamuno. Tan contradictorio como sólo Unamuno puede serlo, siempre hay una cita para todo, a favor y en contra, como diría el mismo “que inventen ellos”. Cataluña es cósmica en Joan Miró, es sonámbula en Salvador Dalí, siempre durmiendo a la sombra del mar, como el perro famoso, y Cataluña es frívola en Anglada Camarasa, que ya hubiera provocado un vómito de castellanía agreste en el citado Unamuno. Plá es el cazurro universal de lo catalán, mientras que el resto de los cazurros no pasan de su pueblo.
José Antonio Primo de Rivera decía aquello de “ España, unidad de destino en lo universal” hoy a la frase habría que cambiarle lo universal por europeo.

Salut!!

jueves, mayo 19, 2005

El Marne

Todos tenemos una batalla del Marne en nuestras vidas. Son esas batallas angustiosas de las cuales siempre estamos seguros será la ultima y definitoria, ya han llegado los aliados a ayudarnos, e incluso podemos llegar en taxi, pero ese río próximo, el de siempre, esta vez es distinto, es la ultima frontera.
La guerra esta ganada. Algunas bajas. Sin novedad en el frente

Salut !!

miércoles, mayo 18, 2005

Politica

Cuando era estudiante universitario ser un “ser humano” implicaba tener una postura política clara, sin reveses. Todos (la mayoría) éramos de izquierda. Para nosotros (aquellos) es común escuchar a gente, que teniendo en cuenta nuestro pasado, nos hacen notar la falta de interés de los jóvenes en la política, es que hoy a los jóvenes la política no les interesa para nada.
En realidad creo que nosotros no teníamos una militancia política, lo nuestro era una práctica revolucionaria. La revolución es incompatible con la democracia, nosotros odiábamos a los políticos, hoy hemos aprendido que son, con todo, necesarios. La democracia exige un ejercicio político inacabable, se basa en el diálogo, por eso me causa gracia cuando ante el menor conflicto se “llama” a dialogar, eso es como pedirle a un pez que nade. La democracia se basa en eso, en consensos, y los consensos son, siempre y por fuerza, parcialmente insatisfactorios.
La democracia no debe hacerse en las administraciones (desde las municipales hasta las nacionales) y nosotros los ciudadanos contemplando desde afuera, con una actitud pasiva y de aceptación total: si la administración es buena seguiremos consumiendo o, nos veremos impedidos de consumir por los actos de esos políticos. El tema no se centra solamente en lo económico, aunque sea el que pega de modo más evidente. Pongamos por ejemplo el caso europeo, montados en un evidenciado bienestar se despiertan, vaya uno a saber de dónde, brotes irracionales (los nacionalismos regionales, el racismo, los skinheads, etc.), se cree simplonamente que con tener solucionado el problema económico se tiene todo solucionado. Un absurdo total. Es pretender que cuando se llega a cierto punto de la historia, todo se congela, y ponemos piloto automático hasta el fin de los tiempos. La realidad funciona de otra manera y no podemos mirar hacia el costado ante hechos peligrosísimos: globalización del infortunio y depredación del medio ambiente.
La brecha entre los ricos y los pobres, es abismal, la concentración de la riqueza está en niveles alarmantes, nunca antes vistos. La época de la guerra fría era más clara, hoy han cambiado también las supersticiones de los países centrales para con los más desfavorecidos. Incluso sociedades de lo más avanzadas piden a gritos el cierre de sus fronteras, entre otros dislates. Tarde o temprano, lamentablemente, estas actitudes terminan en violencia, porque nacen de la violencia, de la miseria, de la exclusión, de la marginación, del hambre al fin, que son violencia criminal, no sólo el terrorismo mata, las desigualdades extremadas matan y al que no, lo resienten obligadamente.
La humanidad, siempre ha tenido la certeza que, aunque nuestra vida sea finita, algo habría de sobrevivirnos, como continuación inevitable; hoy por primera vez en la historia, existe la real posibilidad que la raza humana desaparezca, junto con su entorno. Siempre pensé que, tal vez sin quererlo, Ortega y Gasset había formulado la gran frase ecológica de la historia: “Uno es uno y su circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo a mí”.
Otro peligro latente, o quizá oculto aún, es la militarización de la globalización, con el delegado poder de gendarme a EE.UU., por imperio de la ley del más fuerte, no de la indiferencia, se plantea un futuro amenazador para ciertos sectores, de los que nunca podremos declararnos ajenos. Las coaliciones son efímeras por definición, las alianzas tampoco son decididas por los pueblos y las reglas de juego no son las mismas para todos, dependiendo de unas coyunturas tan inestables como los conceptos de libertad e independencia lo han sido a lo largo de la historia, dependiendo del poder hegemónico de turno; o nos quieren hacer creer que el amor y la libertad son la revista penthouse.
Soledad cultivada y narcisismo es esta nueva cultura, el aislamiento enmascarado en una parafernalia de comunicaciones que, al saturar a la gente de información, sólo la desinforma y el egocentrismo de creer únicamente en el progreso personal, por sobre el avance de las sociedades forma un sujeto peligroso para sí mismo y para el entorno, creedor de una prosperidad artificial, con la indolencia profunda que sólo el desinterés por el semejante pueden provocar.
¿Por qué las ideologías han perdido su fuerza explosiva, su luz y su dinamismo? Quizá, porque las ideologías dejaron de ser conductas para quedarse en programas políticos siempre repetitivos, cándidamente utópicos por parte de la izquierda y astutamente retóricos por parte de la derecha. Son las consecuencias de no haber hecho la revolución.
Esto lo dice Albert Boadella, con la clarividencia del juglar: Quizá el único camino que le queda a la izquierda es convertirse en policía del neoliberalismo
José Luis García Sánchez, el genio que creció a la sombra de Rosa León, ha dicho agudamente que ya no hay izquierda porque los pobres no se juntan. También es cierto que les es muy difícil juntarse, no se puede construir una unión real cuando los problemas son tantos y tan acuciantes como llenar un plato de comida todos los días.
El poder real pasa por carriles que solo tienen que ver con las compañías transnacionales, los ministros son hoy en día viajantes de comercio de las empresas y el presidente es jefe de ventas, de mas esta mencionar a los ex presidentes. Y las empresas hacen lo que se les pasa por los huevos. En Italia, que es un país muy inteligente, ya han colocado directamente al empresario en el gobierno. ¡Perfecto!
Un caso que merece análisis aparte son los foros contrarios a la globalización-ecológicos, tal vez la última reserva moral. No comparto todos los métodos y acciones que adoptan, pero es lo que hay, que no es poco.
La gente que ronda los treinta años son, como tantas otras, una generación de sobrevivientes; se adaptan; son de una flexibilidad exigida, en su ciega carrera por resistir, mantenerse y vencer incluso ven en el oportunismo un valor. Pero intuyo que no es porque quieran, es porque no les queda otra posibilidad, nada o poco le pudimos dejar las generaciones anteriores; el último intento que recuerdo fue en el mayo del 68 francés (parisino para más datos), que no fue la toma del palacio de invierno; fue el fin de la diversión, el fin de la década del sesenta; fue el fin de todo, se politizó la historia hasta un punto de no retorno.
Hoy el gran lema es lo quiero todo y enseguida: ya y ahora; son tan torpes que confunden, por aturdidos, realidad y ficción, les cuesta discernir la diferencia, gran responsabilidad de esto la tienen los medios de comunicación, el paradigma de esto es la película matrix, por cierto, hasta el cine, que fue arte y militancia, pasión mística de debate y esclarecimiento, se ha transformado en un negocio de palomitas de maíz. Así están las cosas. Se quejan de la globalización, y tienen en sus manos un arma potentísima e incruenta: no consumir, pero claro, eso no es cómodo, y no está de moda.
Observando a una joven amiga que anda por los treinta, la veo en el peripatetismo absoluto: sola o con su amiga esotérica; con su peinador cubano, homosexual, estilista y marxista; sus toneladas de maquillaje, esa burka del occidente; su llanto por un niño iraqui (o kosovar, lo mismo da), que mañana no recordará, que ya no recuerda; su mascarilla de kiwi, toda verde insustancial; su anorexia mal llevada, con un yogurt verde, como la mascarilla; Su poncho “étnico”, que la conecta con la (una) tierra; su manía alienada de depilarse, como para ocultar el mínimo resto natural que podría quedarle; su esquizofrenia cultivada; su chat-room vacío, pero atiborrado de gente; su falta de personalidad, disfrazada en uniformidades que cree originales: su treintañerismo fácil, que ya le está quedando chico, como cuando una mujer engorda, pero insiste en comprar talla XS.
Uno debería, a pesar de todo, conservar un espíritu optimista, una actitud de confianza, quizá por un problema generacional no llego a comprenderlos, como sé que ellos no me comprenden. Acaso es desapego indolente que asumen, o es cansancio moral, que muchos tenemos.
Hay que asistir a los cambios, si es que los hubiere, con espíritu crítico, y no olvidar que ningún cambio elimina lo anterior. Nunca. Mientras Joaquín Sabina, Manu Chao y Los Simpsons sigan siendo populares, creo que aún hay esperanza. ¿O era lo último que se pierde?.

“Se exterminó la utopía, pero no la memoria”
Andrés Rivera

Salut!!!

martes, mayo 17, 2005

Melodia de un Recuerdo

Siempre me gustó pensar que los automóviles franceses tienen las luces de colores, para que reflejen en el empedrado, son necesarios, claro, cierta bruma, cierto ambiente nostalgioso.
Esa nostalgia que provocan las despedidas, la nostalgia por adelantado, nunca sabremos si volveremos a un lugar, y, en todo caso, nunca volvemos al mismo lugar. También espero no ser yo el mismo. No es la primera vez que me voy. Como decía Troilo, siempre estoy llegando. Uno es un sobreviviente.
Es de noche, y me lleva en su auto la editora de la revista para la cual he trabajado el último año; luminosos parpadeos en la calle, coloridos de verde descolocado, azul permanente, amarillo absorto, rojo fundamental. Es un tiempo sin apuros.
Maneja como si el automóvil fuera un invento reciente, y ella un pionero en su utilización.
Sus “ compañeros” me contaron que le habían retirado la licencia de conducir, luego de una serie de sensacionales infracciones a las normas de transito.
Mirándola detenidamente, no es una fea mujer.
En una circunstancia parecida, hace ya más de 25 años, me iba de Madrid, no era una editora de revistas quien me conducía, era una amiga presentadora de televisión. Me iba de la ciudad amada. De una ciudad que ya no es. Hoy es diferente, tengo ganas de estar en mi casa nuevamente, no la he pasado nada mal, pero con los años uno empieza a valorar la idea de hogar.
No tener a donde ir, no es que nadie nos espere, es no tener donde volver.
La noche, siempre preferí la noche, desde que tengo uso de memoria, ha sido el momento que yo elijo para todo, meditar, trabajar, escribir, estudiar, salir, encontrarme con otros, y también conmigo mismo. Curiosamente elijo también la noche para las despedidas.
La noche es piadosa, borra las arrugas, transforma en sutiles hasta los más bruscos rasgos, es un momento sin estridencias.
La noche tarde, muy tarde. Abelardo Castillo decía que la más grande muestra de amor que un hombre puede darle a una mujer es verla dormir, mirar a la mujer mientras esta durmiendo. Ese hombre esta verdaderamente enamorado. Mi mayor acto de amor a la ciudad es verla ahora, cuando duerme.
Mirando hacia el cielo veo una luz lejana en un departamento¿ qué ocurrirá allí?.
La paz de la noche pública, puede contrastar con la violencia de la noche privada, o tal vez sea un estudiante fatigando las horas, o simplemente alguna pasión desvergonzada.
Es curioso me estoy yendo de París en el 2005, y no puedo evitar el Madrid de hace mas de 25 años, el olor, el ambiente, mis ganas, hacen que sienta algo de otra atmósfera (aquella), no sé que es, pero esta aquí. Debe ser la ausencia. El hombre esta hecho de ausencia. La ausencia esta hecha de personas ausentes, que no están aquí, por haberse ido, y otras, por no haber llegado aún.
De París tengo un recuerdo juvenil de bohemia, todavía no esta teñido por la necesaria pátina de nostalgia. Maner me decía hace unos años:”En Madrid a todos nos ha ocurrido algo importante”. París se ha convertido en una maqueta de sí misma, ya nadie vive en París, es un escaparate para los turistas. Lo mismo está por ocurrir en Barcelona, y ya ocurre en Venecia.
Muchos, como yo, seguramente añoran el Madrid de antaño, aquel Madrid no europeo aún, el Madrid en el que se almorzaba de 1 a 6, aquel en el que los días eran de por lo menos 48 horas. Madrid eran los recuerdos de Manolete en Chicote ( según Buñuel, el único lugar decente para tomar el dry martini), Azorín en su casa sombría, escribiendo al alba, los locos del Gijón, los estudiantes contra Franco, los artículos de Ruano, las violencias de Cela, los grandes espectáculos, esa gimnasia continua y cruenta entre el Poder y la Libertad. Madrid era Madrid.Madrid era la ciudad de los políticos y las flamencas, de los poetas y las putas. A mí me parecía que en Madrid no se hacía otra cosa que escribir artículos y cantar flamenco. Allí era muy fácil ser feliz.
Uno pretende, en vano, que no prevalezcan las insidias del tiempo. Silencio y olvido son las armas del tiempo.
Parece que todas las despedidas son iguales; los franceses, que tienen frases para casi todo, dicen que partir es morir un poco. Morir es partir un montón.
Venir aquí fue una excusa para ver a mi hija y tener algún euro en el bolsillo. Lo único que he logrado es poner por escrito mis desarreglos, la menos mala de las terapias.
En España se diría que llevo mas kilómetros que el baúl de la Piquer, pero siempre vuelvo. ¿Por qué siempre vuelvo?.
Mi ciudad es acogedora, contenedora, impulsora, continente y contenido, mágica, así es Buenos Aires; Es mi lugar emocional. Tengo los olores, los colores y la gracia de un porteño. Extraño los ojos de fuelle de Buenos Aires; a mis amigos, pero sólo a aquellos que se ríen cuando lloro. Los porteños somos nostálgicos profesionales. Mi metáfora del mundo es Buenos Aires.
Me estoy yendo. ¿ Quién abandona a quien?.
Llegamos al aeropuerto. No era tan fácil como había creído. La besé sin fundamento. Necesitaba despedirme de tantas cosas, demasiadas para una sola noche y una sola persona. Fuiste alguien alguna vez, fuimos algo una vez, y con eso nos basta. Defiende tu vida con uñas y dientes, que vida no hay más que una. Diciembre esta en tus ojos con claror de bahía. Yo, estrella retirada, te comprendo por fin.
La noche es el momento que yo elijo, azul, como una ojera de mujer.

“Sólo resta cerrar la puerta, empuñar el equipaje magro, y decir adiós con el grado exacto de nostalgia en la mirada, aunque no haya lugar donde fundar la casa nuevamente”
Cristina Piña

Salut!!!

lunes, mayo 16, 2005

Yo (otros)

Francamente estoy aburrido de la gente que proclama saber quien es. Es común encontrar este tipo de afirmaciones en actores que se ven sometidos a entrevistas, realizadas por periodistas profesionales, que sin el menor empacho dicen “yo soy”... tal o cual infantilada, o “ quiero para mí...” tal o cual estupidez, nadie les ha informado que casi nadie sabe quien es, ni de donde vino, ni hacia donde se dirige, lo más frecuente es desconocer nuestra verdadera condición, no saber si somos o no amados, no saber si somos o no respetados, no saber si somos o no valientes, etc.(un largo etc.). Uno se desconoce invariablemente.
Es casi imposible definir a alguien, y mucho menos a uno mismo. Somos plurales, no hay un yo único. Whitman decía que contenía multitudes, ciertamente lo dijo de él y no de los demás
O acaso será que son tan poca cosa, que no contienen las multitudes que el resto contenemos en nuestras humildísimas personas. No se me ocurriría jamás hacer gala de esa situación, me confundiría y preocuparía sobremanera.
Es gente que ignora a los alemanes preguntones de la filosofía del siglo XIX ( y la filosofía toda).
Forma parte de ese culto estúpido que hay por la seguridad, naturalmente, trato de huir de la gente que esta segura de todo, tengo miedo a que saquen un arma y me disparen. Vivimos en una sociedad llena de gente con revelaciones divinas, de síndicos de la verdad; bueno sería replantearse la capacidad de dudar, sin que la duda nos haga menos eficaces. La duda mal entendida, sólo es excusa para la inactividad; la duda inteligente, que es lo que reivindico, ennoblece la acción dotándola de contenido, formándola e informándola
Es pretender que la historia de un ser humano, y de la humanidad toda, es lineal, que A lleva obligatoriamente a B y no a C. En realidad, es desconocer la realidad.
Ni siquiera sé si es peligroso, o es tan peligroso, como peligrosa es la estupidez humana.

sábado, mayo 14, 2005

Bagdad

La Bagdad descendiente de Nabucodonosor, de Babilonia, la ciudad redonda y engrandecida, espejo donde se miraba la agraciada Córdoba desde el occidente abasí, la Bagdad que abreva en el Tigris íntimo, la Bagdad redonda y fea, la Bagdad fascinante de las mil y una noches, la Bagdad redonda y sin fin. Cíclicamente, como su muralla toda de piedra, repite su historia.
El sustrato absurdo de la violencia y el germen de la guerra quedan, están en el lecho indescifrable; desde el 1200 la invaden Mogoles, Otomanos, Persas, Turcos, Británicos, texanos; mesiánicos expansionistas enardecidos de soberbia, de barbarie, de empecinamiento. Oscuramente iluminados por algún Dios de turno.
¿Quién mira por los muertos, por los heridos, por los despojados, por los lastimados?, por los despellejados sumidos en las ruinas de una cuidad devastada, de una vida expropiada por la ferocidad revelada en ambición incomprensible.
Dicen que fue un pecado amar en Bagdad; dicen que es un pecado amarse en Bagdad, que la noche desguarnecida no da tregua, que el cuerpo a cuerpo no es de amor, es de lucha, que los fuegos la iluminan, que los fuegos la destruyen, que este delirio no es pasión, que esta pasión no es intimidad; Bagdad saqueada, Bagdad vacía, Bagdad hambrienta, Bagdad sedienta, siempre y, a pesar de todo, Bagdad.

“Oh, Bagdad de los poetas y las imágenes
eres el tesoro y el aroma de todos los tiempos
eres las mil noches de bodas completas
la luna sigue lavando tu cara”.
Canción Popular

Salut!!

Sol Crepuscular

Llegando el sol crepuscular, no aquel negro de Durero, quiero cerrar mis ojos y pensar hacia atrás. Siento esa obstinada necesidad de constituir recuerdos donde la memoria se disuelve.
Estoy en estado gozoso de militar en la religión de la vida, que es la religión de los curiosos. No pretendo hacer un inventario de mi existencia, sólo tomar distancia.
No he sido dueño de mi vida, o lo he sido a medias; he sido víctima, he sido cómplice, he sido autor. Los elementos fueron el azar, la libertad, la decisión. Hubo momentos en que el dolor superó al placer, claro, pero si uno no se encariña con la pena, la pena pasa. No he sido inmune al deseo; también me he saboteado de las maneras más diversas, más absurdas, más graves; he inmolado largos años en los altares portátiles de las cosas coleccionables: mariposas, libros, dinero, conocimiento, gente, etc.; he cumplido con unción los ritos sacramentales del amor. Todos. No conozco otra pasión más que el amor, no conocí otro amor que el de mujer, ni otra violencia que la de la cremallera. No conozco otra pasión que Buenos Aires, no conocí otro amor que París, ni otra violencia que Madrid.
Mi profesión y, sobre todo, el amor son una decisión libre, pero también son una fatalidad irrenunciable. Hay coincidencias, tantas cosas que a través de los años no están resueltas, casualidades; se encuentra uno o no con la mujer que uno ama, es un accidente, y también hay elección, hay que saber elegir. Quizá lo que me hubiera gustado hacer, y lo que he hecho, a veces, cuando me ha ido bien en la vida, es saber elegir mi fatalidad. Toda elección implica una renuncia. Uno es una suma, mermada por infinitas restas.
De repente tengo el recuerdo de los 12 años de mi hija, cuando la dejé en un colegio de las afueras de Berna. Yo volvía en el auto y, por el espejo retrovisor, miré hacia atrás y, como en una pantalla cinematográfica, la vi a ella, con las hojas del otoño cayendo, las solapas de su abrigo levantadas. Sentí mucho dolor, pero la dejé con la seguridad plena de estar haciendo lo mejor para ella, en ese momento y, fundamentalmente, con la seguridad plena que volvería a verla. Ya volvería yo por ella. Ya volveré yo por unas cuántas cosas. Uno vuelve siempre por las cosas que ama o pudo amar. Cándida confianza en las segundas oportunidades.
Me corrijo: la vida es la religión de la esperanza.
Hoy, a la distancia, de todo, elijo ser cómplice. Será por que ya siento cierta inexorable fragilidad a velocidad crucero.
De nada sirve culpar a la época, todos, a lo largo de la historia, creemos haber nacido en la peor. La mía es una época cómica que ve en el Dr. Schweitzer a un gran sabio; en que una máquina puede traducir esto más rápido que un hombre, o un animal.
Tampoco culpar a la influencia de las mareas en el corazón de los hombres, acaso a impericias, inhabilidades o situación planetaria. Nada. Tuve que aprender por mis medios la diferencia entre latitud y longitud. Hice lo que pude.
Parafraseando a Simone de Beauvoir, lo que viene es la plenitud de mi vida.
Largo aliento, vasta distancia, ancho horizonte. Ya ni sé cuántos cañones por banda.

“yo es otro”
Rimbaud

Salut!!!