Actualidad

Verán que no actualizo el blog hace un tiempo, es que estoy escribiendo un libro, un libro por encargo, que son los peores.
Las relaciones entre editores y autores antes eran mucho mas cómodas, había un ser humano al cual uno podía echarle la culpa, putear, amar, considerarlo un padre o un chupasangre, pero había un tipo, o tipa con el cual uno se comunicaba y de alguna manera contenía.
Hoy es todo más difícil y complicado, estaba escribiendo para una editorial, nobilísima, que fue vendida en el medio de la operación del libro, por ende quedé entre dos aguas, o en el agua, para ser mas exactos, en el océano mismo que separa a Europa de América.
Con el editor anterior, un caballero, era realizable; él me presionaba y yo escribía, ya sea con dinero, amenazas, o simples sugerencias, uno ponía la maquinaria a andar.
Ahora me enfrento, porque no se puede plantear de otra manera que la agonal, con una empresa recontramultinacional, que me propone en principio cambiar el tema y el tono del libro. No se me ocurre por qué extraña razón pensaron que yo era un ser sensible a la ecología. Después de una conversación ríspida con una señora puertorriqueña afincada en Nueva Ámsterdam, en la cual le dejé muy en claro como mataría a todas las focas y delfines con un mazo a propia mano, cede y me deja continuar con el proyecto pactado.
Al mes vuelve a llamar (nuestro contacto es por mail o telefónico, dada las distancias) inquiriendo por el avance.
Le explico, con calma, que un libro no es un producto de fabricación automática. Perdiendo la paciencia me pregunta qué necesito para terminar. En un arranque de honestidad brutal le digo, llanamente: enamorarme. No responde, saluda amablemente. Tres días después recibo en mi casilla de mail una suscripción paga a un servicio de citas por internet ( parship.es).
Así estamos.