sábado, mayo 14, 2005

Bagdad

La Bagdad descendiente de Nabucodonosor, de Babilonia, la ciudad redonda y engrandecida, espejo donde se miraba la agraciada Córdoba desde el occidente abasí, la Bagdad que abreva en el Tigris íntimo, la Bagdad redonda y fea, la Bagdad fascinante de las mil y una noches, la Bagdad redonda y sin fin. Cíclicamente, como su muralla toda de piedra, repite su historia.
El sustrato absurdo de la violencia y el germen de la guerra quedan, están en el lecho indescifrable; desde el 1200 la invaden Mogoles, Otomanos, Persas, Turcos, Británicos, texanos; mesiánicos expansionistas enardecidos de soberbia, de barbarie, de empecinamiento. Oscuramente iluminados por algún Dios de turno.
¿Quién mira por los muertos, por los heridos, por los despojados, por los lastimados?, por los despellejados sumidos en las ruinas de una cuidad devastada, de una vida expropiada por la ferocidad revelada en ambición incomprensible.
Dicen que fue un pecado amar en Bagdad; dicen que es un pecado amarse en Bagdad, que la noche desguarnecida no da tregua, que el cuerpo a cuerpo no es de amor, es de lucha, que los fuegos la iluminan, que los fuegos la destruyen, que este delirio no es pasión, que esta pasión no es intimidad; Bagdad saqueada, Bagdad vacía, Bagdad hambrienta, Bagdad sedienta, siempre y, a pesar de todo, Bagdad.

“Oh, Bagdad de los poetas y las imágenes
eres el tesoro y el aroma de todos los tiempos
eres las mil noches de bodas completas
la luna sigue lavando tu cara”.
Canción Popular

Salut!!