Somos Amigos
Somos amigos, pero no creemos en las mismas cosas, se erige como el único punto inconmovible en una época en que todo cambia. Tiene creencias ingenuas que lo dejan, las más de las veces, en lugares absurdos. Por odiar a los tiranos, en 2 meses pasó de pedir la pena de muerte para Hussein, a rogar para que Bush no lo encuentre.
Cree en cosas pueriles como el perfeccionamiento, cree en las locomotoras (los trenes, ah, su gran pasión), elevándolas a la categoría de divinas, quiero decir que cree en el progreso, en la seguridad, en los hechos verídicos, en la técnica, en las vacunas, en el sistema métrico decimal, en una palabra: es un paranoico.
En todos los trenes del mundo los empleados usan uniformes, y esa creo es la cuestión, lo asusta un poco todo aquello que sale de la uniformidad
Tiene negada la iluminación onírica, no comprende, cree que hace falta, el surrealismo. Disfraza a la realidad de realismo, para entenderlo.
La pasión por lo tangible, deriva en la locura, al igual que la pasión por lo intangible, con la mínima diferencia que los primeros son ciudadanos respetables, quizá es eso lo que siempre quiso ser. Lo logro.
¿Cómo es posible que dos personas tan diferentes como él y yo seamos amigos? Es una pregunta a la que jamás me interesaría encontrarle una respuesta, simplemente disfruto de la amistad de una de las personas más generosas que conozco, de una mente lucida, de alguien que al igual que yo practica el arte de la nostalgia, y el amor compartido por el cine.
Muchas veces pienso en forma egoísta sobre su muerte, cuando él ya no este, no se quien va a entender mis chistes, no se con quien voy a poder hablar de Theda Bara, Adolphe Menjou, Gómez Cou, Max Linder, Alain Resnais, Ingmar, o Enrique Carreras; incluso del horripilante Dawi.
"Amigos. Nadie más. El resto es selva."