martes, julio 12, 2005

Y.S.L.

Los ojos de mi gata son espejos de Siam, espejos de cristal de roca, color mineral que me observa desde la comodidad de mi falda, o en un rincón inesperado de la biblioteca, donde esta la frase de Jardiel.

Hoy ya leí todos los diarios y revistas a mi alcance, y nada. Busco una transacción entre lo imaginario y lo real; la sequía, la falta de asombro, la mudez, eso es la página en blanco esta mañana. Camino por mi casa como un toro herido. Salgo a la calle, la lluvia pone triste a la ciudad, entro al bar, la camarera es una prepotencia visual, no ha de tener más de 28 años y, sin embargo, es posible que bajo todo ese maquillaje y ropa estratégica, quede un atisbo de juventud. Tiene ese encanto de la belleza derrotada, la vida no estuvo muy amable con ella. No lo es aún. Tomo un café, lo sigue un whisky. Es whisky de garrafón. Con los años me he dado cuenta que las ideas llegan con un buen Ballantine´s de 12 años, pero hoy todo es de garrafón, no sólo el whisky.

Miro la ropa de la camarera (buenas tetas, por cierto) y recuerdo la fecha, que al parecer esta olvidada por muchos, más de lo debido. Salgo a caminar por Rive Gauche, a mirar trapos, hasta que llego al escaparate que buscaba, me fue fácil reconocerlo, por que ya tiene el aroma de un tiempo pasado. Hace dos años solamente, él, que ayudo a inventar a la mujer moderna, quiso abdicar, con este acto, sencillo de mirar, supo despertar la admiración que genera quien sabe retirarse a tiempo, huyendo de la asechanza del deterioro, huyendo del ego, que no asecha, está. Creo que se peleó con la gente de Gucci, él dice que la salud no le responde, que más da. 45 años creando la experiencia sensual y cautivante de su ingente profesión de color y figura: la moda.

Algo de Picasso, algo de Visconti, mucho de arte hubo en las creaciones de ese genio irreprochable, exquisito explorador de la forma elegante. Verdadero protagonista del siglo XX por imperio propio.

Hace dos años se retiró Yves Saint Laurent, ya no hay más de esos, hoy, son todos de garrafón, como el whisky que pido en este otro bar, que me sirve otra camarera igual de torpe que la anterior, pero con buen culo, y menos maquillaje, que no es poco. ¿Cómo transformar ese final en un buen principio?

"Yo también soy por naturaleza melancólico, un hombre taciturno, desasosegado, susceptible y desconfiado, aunque tengo mis momentos de volubilidad y fou rire.”

Vladimir Nabokov



1 Comments:

At 3:24 p. m., Blogger Paralelo 49 said...

Una lástima su comentario de "buenas tetas" arruinó el post. Pero claro, nadie es perfecto...

saludos

 

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