Aparición
Las apariciones son ese fulgor de luz que ciega una vez, e ilumina para toda la vida. Son ese momento en el que algo, un gesto nuevo en un rostro conocido, un sonido distinto en el estrépito de la ciudad, el acertar el sendero correcto en un viaje, o como esa miopía de siempre es mirada sugerente nueva.
Es ese instante en el que el mundo se detiene y pasa algo cósmico; nada ya es como era antes, inadvertidamente las perlas naturales son joyas de oriente, distraídamente el bien es mal. Relámpago sideral que modifica, o cuanto menos, revela punzante una circunstancia que no podremos negar.
Un segundo antes esta a punto de descerrajarse un tiro en el paladar y, súbitamente un saludo en la esquina, un aroma especial y el sol ilumina, el aire es pájaro y el universo todo conspira para la concordia.
Sin pensarlo nos buscamos; en las apariciones nos descubrimos. Hablamos las mismas palabras, pero el idioma es nuevo. Catalítica reacción de un mundo otro, diferente, coral, diáfano.
Al descorchar y servir la copa, la primera copa, de repente advierte, en el vino de siempre, que el aroma es otro, uno inusitado. De aquella persona que era nuestro sino y es ahora apenas una sombra hostil. Presencias de instantes, ausencias de segundos. Dolor recóndito, claror resonante. Es ese momento misterioso en el que uno ve en lo que mira, momentos de lucidez pasmosa.
La mayoría de las apariciones de mi vida, las portentosas, han sido mujeres.