La Dolce Vita
Todos los hombres, al menos una vez, hemos deseado tener cualidades de ciertos actores frente a algunas mujeres que nos cruzan en la vida; la presencia ornamental de Roger Moore, la refinada irradiación de David Niven, la cautivadora presencia de Cary Grant, la alucinación aventurera de Errol Flynn, el poder de la mirada en Vincent Price, la despreocupación por las mujeres de Humphrey Bogart , el sastre de Hugh Grant, la envoltura de Johnny Depp.
Los más grasas querrán ser Sean Connery o Russell Crowe.
Pero cuando aparece esa mujer, esa única mujer, la diosa sueca, todos, los que valemos la pena, convenimos en ser Marcello, y de apellido Mastroianni.
2 Comments:
¿De veras?
Si, como única estrategia.
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