Cuando me ocupo de este tema, me tratan como si planteara la despenalización del canibalismo, siento que me persigue un grupo de aldeanos, pretendidamente globales, con horquillas, picas, palos y antorchas, todos con una vocación descomunal de gendarmes.
El uso de drogas y sustancias han existido junto con la humanidad. La humanidad se ha drogado siempre, la imaginación del hombre, ese cáncer luminoso, pide más vida a la vida, pide otra realidad a la muerte.
No es un fenómeno nuevo, ha existido y existe en todas las culturas. Fueron los hongos chamánicos, fueron los nobilísimos tomadores de rapé, los victorianos fumadores del opio oriental; hace mucho fue el tabaco indiano, ahogando con volutas de humo azul, confiriendo la seducción de Bogart; también el alcohol, aquella cerveza irlandesa, chica rubia con permanente de espuma, de consumo democráticamente irrestricto, autopista al deterioro; la cocaína nacarada, de un esnife, proletarizando la genialidad, matando con alguna belleza, entre lo blanco y lo rojo; el éxtasis diseñado, dotando de capacidades amatorias, entre el patetismo, la deshidratación y el infarto masivo.
Ilusiones de farmacia.
Democratización de la genialidad, abaratamiento de la locura, encarecimiento de la maldad.
Nadie puede creer que drogarse sea bueno, no puedo estar a favor de la “droga”, pero sí estoy a favor de la libertad, por vocación y convicción. Busco la libertad irrestricta, de pensamiento y acción, tan indemne cómo sólo la libertad real, positiva y efectiva, puede serlo.
La droga es de esas cosas aparentemente fáciles, pero que pueden destruir, que sin control destruyen. La ética es el manejo del exceso, los griegos decían que los gozadores son quienes mayor moderación deben tener, necesitan de la asistencia de la templanza, para evitar la autodestrucción; Todos vamos a morir, pero, ¿por qué hacerlo antes de tiempo?.
Pertenezco a una generación que ha perdido a muchos amigos por culpa de las sustancias. No quiero hablar de ese dolor, no quiero rozar la posibilidad de transformar esto en un golpe bajo o, lo que es peor en una asunto sentimental. Mi argumento en este tema es que aquel que abusa de lo que más le gusta, sólo se agrede, pero a quien quiera autodestruirse, no seré yo quien se lo impida, tampoco quiero que sea el estado, ni el propio, y mucho menos otro. Estoy en contra de las imposiciones, de las gabelas arbitrarias.
Cuando uno plantea la despenalización (la penalización implica un acto criminal punible) el principal problema pasa a ser, por ridículo que parezca: ¿Quién se lo explica a EEUU?. Occidente le ha delegado, por sujeción a la ley del más fuerte, todo el poder de policía.
La penalización aumenta los riesgos, también obliga a la utilización de medios de aplicación peligrosos. La inyección es producto de la restricción (durante las guerras llegó a inyectarse aspirina, por la escasez).
El siglo XX ha sido el de los grandes avances en la ciencia y la tecnología, una de las cosas que más ha avanzado es la química, prácticamente cualquier persona puede preparar las drogas de uso frecuente en su casa. Desconocer esto es negar una realidad imbatible.
Por que entonces nos empecinamos, o dejamos que nos empecinen, en gastar enormes presupuestos en combatirla.
Los grandes favorecidos con la ilegalidad de ciertas sustancias son los narcotraficantes, los que rehabilitan a los toxicómanos( tanto en el sistema público, como en el privado), los que combaten el narcotráfico, los que “dicen” combatir el narcotráfico, más un largo etcétera. La gente que vive del tema es mucha. En este momento en la ONU, hay no menos de mil personas que trabajan en este tema única y permanentemente.
Todo depende del concepto que se tenga de enfermedad. Remontándonos en la historia; el pharmacon griego era, según su concepción mágica de enfermedad, un sujeto al cual cuando había una epidemia en la ciudad, se le introducían los espíritus malignos y era sacrificado.
Si tomamos el concepto judeo-cristiano que se tenía en la edad media, veremos que el enfermo pagaba por los pecados de él, de sus padres, de sus abuelos, etc., ése es otro concepto; ahora bien, yo me inclino por referirnos a un proceso en el cual, puede haber una base biológica o no, pero existe un trastorno en las formas de resonancia del sujeto consigo mismo y con los otros, allí estaríamos hablando de enfermedad.
En las grandes epidemias medievales de las ciudades europeas, se conseguía atrapar a la enfermedad, a través del aislamiento. Lo que no se recuerda es que la famosas cuarentena se aplicó, no por ningún conocimiento científico o sanitario, sino que se refería a los 40 días que el señor pasó ayunando en el desierto. De manera que, a veces, los fundamentos de los procedimientos, que después, han sido biológicos, y de lo más microbianos posibles, resultaron en su origen ideológicos, religiosos e incluso, mágicos.
La palabra “droga”, es una palabra nueva en las lenguas neolatinas y el anglosajón, es una palabra del 1500 aprox. Y sirvió en Holanda, para calificar a las mercaderías provenientes de oriente que se habían echado a perder. Esto era la Droga. En algunos documentos de la castilla medieval, aparece con el mismo significado. De manera que el bien y el mal, estaban presentes, no en su sentido metafísico o simbólico, sino en el sentido de una sustancia que tenía una utilidad y no podía ser utilizada, para lo que presumiblemente era útil.
Lo toxico es el efecto adventicio de una sustancia que es introducida en el cuerpo. Puede ser una sustancia que es una droga o no. En realidad es todo una cuestión de dosis, de saber y poder diferenciar entre dosis activa y dosis letal, esto es aplicable a las drogas, a la fabada asturiana, a los huevos fritos o a la nuez moscada.
Nos guste o no, hay un tipo de sustancias que no son alimentos, que no son sustancias indispensables para la supervivencia del sujeto, ni de la especie, que en un determinado momento, y por alguna determinada razón se convierten en cuasi- imprescindibles para el sujeto. Esto tiene unas características que dependen de la estructura biológica de la sustancia, y de la estructura biológica de nuestras neuronas.
La sustancia existe y está ahí.
Tomemos por caso el alcohol, el principal problema con el uso del alcohol, no son las personas que tienen conflicto con el uso de bebidas, sino la multitud de personas usuarias sin conflicto aparente. Aquí esta el núcleo del problema, no está al final del proceso de toma de alcohol, y los problemas en relación con eso, sino en que una cantidad importante de personas son, aparentemente usuarios sin compromiso.
Esto debemos trasladarlo a todas las sustancias, hay una especie de maniqueísmo raro que anda dando vueltas, que cuando se trata de ciertas sustancias, el sujeto es automáticamente estigmatizado como adicto, y a veces tenemos que aceptar que muchos usuarios de sustancias supuestamente transgresoras de la ley, en realidad son tan usuarios normativos, como cualquier sujeto bebedor normativo (Usted, que cena con vino y se toma un Whisky de vez en vez).
Si admitimos que hay bebedores y fumadores normativos, tenemos, necesariamente, que admitir que hay tomadores de cocaína, de morfina, de anfetaminas, o de éxtasis que son, aparentemente, normativos.
Tengo que mencionar la estúpida y remanida cosa de la formación, de la educación, de la atención de los padres, educadores, etc., y no tengo ganas de escribir cosas que todos sabemos. No se guíen por esos cuatro desubicados, del mundo y de sí mismos, que la policía les cuenta que alguien se droga para robar, o por el joven hijo de vecina que se lo cruza usted a las 7 de la mañana llegando a su casa, con su rigidez y su desasosiego, con el hambre que da la noche, con el hambre que da la droga, con el hambre que da el hambre, intoxicado de ausencias, de deserciones; esto es incluso más que eso, es cuestión de defender algunas libertades que pueden no ser del todo simpáticas para nosotros, pero que principian por defender las más grandes, esas que luego se tornan imprescindibles para vivir, sobrio o drogado.
Salut!!