martes, noviembre 04, 2008

Yma Sumac

La memoria urgente y caliente de la glosa busca, y a veces encuentra en los cruces personales justificación y principio. El motivo es simple, pueril dirán; leemos la esperable noticia en un diario.

Hace algunos años, con dos periodistas amigos, decidimos hacer una serie de reportajes que incluirían a personas sobresalientes, pero olvidadas, la mayoría mujeres. Por cuestiones mas geográficas que de gustos, me tocó Yma Sumac, que después de muchos años volvía a su Perú natal.

Los detalles de esa entrevista yerran por Internet y no voy a repetirlos acá.

La sensación fue la sospechada, encontré a una señora muy mayor con ese modo característico de las divas de su generación: habla como doblándose a si misma (la boca y el sonido que sale de ella no están en sincronía), cambia de ropa cada 17 minutos, se emociona hasta las lagrimas, y ríe con una artificialidad única, por lo creíble.

Viendo a estas mujeres uno entiende un poco a los gays, que siempre adoran a una diva (ya sea Liz Taylor, Madonna o Marlene Dietrich) y es que es una forma de permitirse que te gusten las mujeres que no son mujeres, porque en realidad son otra cosa, otra raza, con similitudes al genero humano femenino, pero otra cosa al fin.

Generan admiración, respeto y un montón de esas sensaciones, pero rara vez calientan; con el paso de los años, si no se toma el camino de la Garbo, emanan un patetismo tierno, un dejo angustioso en los ojos que las ven. Se miran de lejos, se ven de cerca. Prensa de peluquería.

Mujeres como joyas, y las joyas, es sabido, terminan empeñadas.

La pobre Marylin, bonzo de los flashes, nunca fue una diva completa, se murió por no soportar ser lo que no era, porque no fue ni asesinato ni suicidio, fue no soportar mas, y en esos casos lo mejor, acaso lo único que puede hacer uno es morirse. Cesiones y concesiones.

La medicina, la ciencia, la tecnología, y algunos médicos, han tomado la manía trepidante de alargar la existencia de las personas de un modo caprichoso. Este fue el caso ¿para que llegar casi a los noventa?

Últimamente por estos lares, preferimos cierta grandiosidad sentimental, la pequeña, esa con intimidad y daño, fragancia de enamorada, y verdad de mujer.

Me dicen que Yma Sumac murió el sábado, parece que alguien le aviso.

2 Comments:

At 5:16 p. m., Anonymous Anónimo said...

Ser un sobresaliente olvidado ya de por si es bastante triston, verdad?
Casi tanto como un mediocre reconocido.

Ric

 
At 5:07 p. m., Anonymous Anónimo said...

Es usted duro. Me gusta.

 

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